Está demostrado y lo han ratificado firmas tan prestigiosas como la de D. Roberto Centeno y sus “Disparates Económicos”, en los que ha dejado no “en cueros, sino en los puros y pelados huesos”, a todos los políticos (y allegados) que nos han arruinado y en los que ha demostrado, el robo continuo de patrimonio nacional y del ahorro español, en beneficio de “una organización de buitres que lo ejecutaron diligentemente tan pronto desapareció el dictador”; el que dicho sea de paso, sí que supo controlar a “los buitres de la banca” y el ahorro español, a los que obligó a administrar bien el dinero de España, para que el mismo revertiera en ello mismo… o sea en el progreso económico de España… y particularmente doy fe de ello por cuanto hoy digo y que he dicho en múltiples artículos que el que quiera puede leer en mi Web.
La dictadura de Franco, no sólo realizó la enorme red de pantanos y embalses, cuya riqueza aún hoy sigue generando recursos y en cantidad enorme; también dejó una red de bancos públicos y la aún más extensa y bien controlada, red de cajas de ahorros (también las rurales, que menos mal aún funcionan) que igualmente férreamente dirigidas, revertían en sus zonas de influencia el ahorro que captaban, todo ello se lo han cargado los buitres mentados… y hasta hoy, nadie a pagado nada, por el que posiblemente sea el mayor robo que España padeció a lo largo de toda su historia moderna y contemporánea.
Los gobiernos de la dictadura (“aquellos tan criticados tecnócratas, pero que como con Franco no se podía jugar, aplicaron sus saberes al progreso de España en su conjunto”) conformaron algo muy sencillo y claro, que al igual que hacía rentable el dinero ahorrado por el ahorrador hispano, proporcionaba un crédito enorme a todas las actividades comerciales, incluida la de la vivienda; y todo estaba asegurado y jamás hubo quiebra alguna y todo el mundo pagó o cobró y nadie perdió nada, salvo las excepciones que como en toda actividad humana existen.
Y es sencillo de explicar el sistema y grosso modo fue así… el dinero que el español ahorraba, lo ingresaba en cuentas por las que percibía intereses (jamás los bancos y cajas cobraron ni un céntimo por administrar ese dinero y por cargar en cuenta los recibos de luz, agua y múltiples más)… ese dinero, en un porcentaje marcado por el Gobierno, tenía que ser invertido en sectores que el mismo consideraba prioritarios, en la industria, la agricultura, la ganadería, la vivienda, etc. Y así se dispuso de enormes capitales que crearon la prosperidad a que se llegó en los años de bonanza de la dictadura de Franco.
Entre los bancos oficiales (había otros) se mantuvo (puesto que venía de época anterior) el denominado, “Banco Hipotecario de España”; el que simplemente, emitía cédulas hipotecarias, a un tipo de interés razonable (siempre mayor que los que pagaban bancos y cajas, puesto que para eso era banco del Gobierno); esas cédulas las podía comprar cualquier español y por poco dinero que tuviese, puesto que creo recordar que eran por un valor nominal de cinco o diez mil pesetas (30 y 60 euros)… el banco se quedaba con un porcentaje mínimo, para el mantenimiento del mismo; y con ese dinero, lo prestaba hipotecariamente a quienes lo necesitaban y podían aportar garantías suficientes, para que el crédito no peligrase y el dinero quedase lo suficientemente apalancado para que el ahorrador, no perdiese ni un solo céntimo de sus ahorros. Esas cédulas circulaban en la bolsa pública de valores y por lo mismo, el ahorrador que precisase de su dinero, en veinticuatro horas lo tenía vendido y en su cuenta corriente; o sea algo seguro y perfecto y sin pérdidas ni miedos para nadie… o sea y en pocas palabras, una verdadera tutela estatal para seguridad de todos… “y no las innumerables estafas que nos montaron los buitres citados”.
Como actor en ambos campos (hipotecado y ahorrador comprador de aquellas cédulas hipotecarias) puedo hablar de la bondad del sistema, puesto que en octubre de 2012; se han cumplido cuarenta años del negocio familiar, que primero permitió el que viviéramos mi familia y diez empleados; y que hace una década o cosa así, permite que vivan las familias de mis tres hijos y esa decena de empleados o alguno más; por tanto nuestra industria no ha producido… ninguna crisis, hasta hoy, que aunque “asados” a impuestos (cosa que en aquella época no era así) aún funciona y gracias a que los dueños y como siempre… “trabajan sin mirar la hora, el día o el tiempo”; que es lo que ha hecho siempre la clase media trabajadora y que estos imbéciles que dicen habernos gobernado, se han cargado ya en mayoría y siguen acabando con ella sin consideración alguna y sin saber que… “están cavando su propia sepultura”.
Sé por tanto como actuaba aquel banco estatal; el que aparte de que pidió un abundante papeleo, pero a la hora de soltar el dinero, lo hacía sobre la base de inspecciones previas de sus inspectores y todo controlado y bien controlado; tan controlado y bien afianzado, que y por sintetizar… “por una peseta que me entregaran como préstamo y sin un céntimo de subvención… me hipotecaron cuatro”… o sea, que caso de que yo hubiese fracasado… “la venta pública de mis despojos hubiese sido más que suficiente para que el banco cobrase su dinero”… puesto que me obligaron hasta a asegurar contra incendios la propiedad y en cuya póliza, era el banco el perceptor de los igualmente… “posibles despojos”… y esa es la ley del comercio y la industria, en la que el que vale triunfa o sale adelante y el que no… pues “a la cuneta de los inútiles.
Si ese sistema se hubiese seguido llevando, estemos seguros que toda la penuria que hoy tenemos encima, no existiría… estemos totalmente seguros de ello… “pero había que abrirles anchos caminos a los que debieran estar en la cárcel hace muchos años y sin embargo, están en la calle, muchos ricos y otros muchos cobrando grandes cantidades de nuestros impuestos”.
Antonio García Fuentes (Escritor y filósofo) www.jaen-ciudad.es
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