En mayo de 1998 escribí un relato bastante amplio, comentando aquellos hechos del denominado, “Mayo francés de 1968”; está en mi Web en “relatos” y por tanto a la vista del que quiera leerlo.
Han transcurrido quince años desde que escribiera aquello y vuelvo a escribir algunos párrafos iguales, puesto que aunque aquí en España surgiera “otro mayo”, el pasado año; los que acamparon en la más famosa plaza de Madrid (“Puerta del Sol”) y que luego les siguieran otros en otras muchas ciudades españolas y muchas otras del extranjero, en lo que pareciera un nuevo “movimiento renovador”; el sistema establecido y ya anquilosado o fracasado, lo resiste todo y nada lograron ni van a lograr, puesto que al final ocurre lo de siempre… o sea, lo que indicó imperecederamente la novela “El gatopardo”, de Lampedusa… “cambiemos algo para que no cambie nada” y así ocurrió en Italia y en todos los demás países, donde algunos lograron unos movimientos que terminaron absorbidos por el poder y el dinero, que son en realidad los que siguen moviendo todo y a su capricho como siempre.
“Ahora que estamos en Mayo, proliferarán los recordatorios a aquellos hechos universitarios de protesta o rebeldía que en mayo de 1.968, protagonizaran unos miles (no se cuantos) de estudiantes en la ciudad de París y donde entre otras frases («que al final se quedaron en sólo eso… frases») se difundió la que pedía que la imaginación y la inteligencia llegasen al poder; pienso que aparte de ello, se debió añadir «la honradez, la constancia, el buen ejemplo, la austeridad, el esfuerzo y en definitiva… la sabiduría», pues es claro que «la inteligencia llegó al poder» (la imaginación «y todo lo demás» no), pero también es evidente que fue… «la inteligencia de los mediocres y que fueron -y siguen siendo- los que detentaron y detentan el poder»: igualmente es evidente que la inmensa mayoría de aquellos jóvenes estudiantes y «rebeldes», al final terminaron subiéndose al poder (el que fuera y en cada momento) y del poder vivieron, viven y vivirán aunque muchos sólo sea «medrando»; los verdaderos rebeldes, si es que alguno hubo; o murieron o pasaron al olvido cuasi total, puesto que la rebeldía nunca ha interesado ni al Estado, ni a su Gobierno y menos aún a las masas que lo conforman, puesto que la rebeldía en síntesis, es esfuerzo, entrega, inteligencia, imaginación, justicia y en definitiva… «tratar de colocar a cada individuo de la sociedad en el lugar que le corresponde, con arreglo a sus capacidades o incapacidades y dentro de una dignidad humana, sin concesiones para los parásitos o indeseables que terminan por deteriorarlo o destruirlo todo…?» y sin embargo todo cuanto ha proliferado después ha sido todo lo contrario y para constatar ello, no hay nada más que ir a una hemeroteca e ir leyendo con atención los hechos ocurridos y denunciados… e igualmente imaginar todo cuanto ha quedado oculto y que nunca se llegará a saber… y esos hechos siguen reproduciéndose de mil formas y maneras diferentes pero en el fondo, iguales o similares.
Por ello no funcionó aquel movimiento, ni funciona -apenas- ninguno y las más o menos denominadas «revoluciones», suelen terminan en destrucción y miseria… y como prueba de ello, simplemente podemos analizar las más relevantes y que han tenido lugar en el pasado e incluso en éste mismo siglo y en un ámbito de enormes extensiones del territorio planetario, entre las que destaca como máximo fracaso la que protagonizó… «un comunismo que parecía que iba a revolucionar al mundo dándole a cada cual según sus merecimientos»… y al final… «ya sabemos lo que ha pasado y como ha terminado», si es que ha terminado, puesto que me temo el que puede haber algunos acontecimientos catastróficos aún larvados y pendientes de la oportuna deflagración y destrucción social, económica e incluso ecológica, pues ya tenemos pruebas de los daños que incluso ha recibido el planeta Tierra y… «nuestra Tierra Madre que es la que al final nos sustenta y sustentará si es que la dejan y la cuidan».
Y es que la tónica general y desde que existe lo que hemos venido en llamar y reconocer como Estado (que por otra parte es un gran logro humano) no ha funcionado nunca como debiera y por cuanto «el Estado» lo suelen conformar quienes lo controlan, explotan y aprovechan y al resto, lo apartan y marginan salvo para lo que a los que gobiernan les interesa, o sea que…»el aparato del Estado se ayuda a si mismo mucho más que a los que administra, de los que al final sólo pretende impuestos y sumisión»: por ello tampoco funcionan las democracias, puesto que en definitiva terminan por convertirse en «nidos de caudillos» y los que pretenden (y suelen) hacer lo que mejor les viene en gana, máxime si controlan las fuerzas que los tienen que controlar a ellos en sus desmanes, propiciando la corrupción altísima que ya padecemos y que no se ve forma de eliminar”.
Por lo tanto y a la vista de “aquello y esto”, sólo nos queda lo que dice la frase fatalista… “paciencia y a barajar y seguir jugando a estos malditos juegos, que no parecen tener fin”.
Antonio García Fuentes (Escritor y filósofo) www.jaen-ciudad.es
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